EL VINO KOSHER. EL VINO DE LOS JUDIOS.

“Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces los odres se revientan, el vino se derrama y los odres se pierden; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos, y ambos se conservan”. (San Mateo).


Procedentes de Mesopotamia, según la Biblia y las tradiciones hebraicas, los antiguos judíos eran nómadas que desde los tiempos de Abraham se establecieron en Canaán, donde se convirtieron en agricultores y, entre otros cultivos, cultivaron la vid.

Kosher en hebreo significa ‘apto o puro’, y es todo aquello que cumple y está permitido ingerir a los judíos.  Usualmente se asocia la idea de “Kashruth” (correcto, apropiado). Para que un alimento sea considerado kosher debe cumplir con las regulaciones y directivas establecidas en la Torá (Biblia: Antiguo Testamento), y ubicadas en el Levítico, en el Deuteronomio y en las derivaciones rabínicas posteriores. De hecho, la traducción exacta de la palabra kosher es según hemos dicho “apto o puro" y hace referencia al cumplimiento o no de las propiedades que deben poseer los productos para ser considerados aptos para el consumo. Un aspecto de vital importancia y obligatoriedad es que todo el proceso de elaboración se realiza bajo estricto control de un rabino.


Las viñas deben reunir unas características específicas, cuatro años de edad como mínimo y el desarrollo de éstas tiene que haberse realizado sin ayuda del hombre. El abonado orgánico que se puede realizar al viñedo debe contemplar una pausa de dos meses antes de la vendimia y las viñas y el suelo deben reposar cada siete años, básicamente se podría decir que es un barbecho. Cuando llega el momento de la vendimia, las uvas deben ser cuidadosamente recogidas y nunca se puede realizar esta acción en fin de semana. Sólo se aceptan uvas en su estado óptimo de maduración y que se muestren totalmente sanas y enteras. Sólo un judío puede tocar y prensar la uva para transformarla en mosto de vino y la maquinaria u objetos que entren en contacto en la elaboración del vino, habrán sido anteriormente limpiados bajo la vigilancia de un rabino.

Durante la vinificación, que debe realizarse en cubas de acero inoxidable en lugar de barricas de madera, está prohibido el uso de levaduras seleccionadas, enzimas y bacterias y sólo se puede clarificar con el mineral de arcilla ‘bentonita’, pues otros productos de origen animal son impuros. No está permitido que una persona que no sea judía vea el vino, por eso todo en la bodega está sellado. Ni siquiera un enólogo que pertenezca a la bodega y no sea judío puede acceder. Éste dispone de una barrica para hacer su labor de seguimiento e informa al rabino de cómo se debe proceder. Una vez embotellado el vino (en botellas nuevas), el 1% se vende en beneficio de los pobres y si el rabino considera que su elaboración ha cumplido todas las reglas, estampará el sello Kosher. Cuando el vino está elaborado y embotellado, los infieles ya lo pueden tocar pero sólo hasta que se descorche. En ese momento será un judío el que deberá servir la copa para que siga manteniendo su halo religioso y ser usado en la Pascua, la celebración más importante de esta cultura.



En el proceso de elaboración del vino las uvas no son pisadas al considerarse impuros los pies; esta prohibición se remonta a la época en la cual el vino era utilizado en el culto a los ídolos. Un vino que había sido usado en libación era llamado "Iain Nesej", por lo cual comienza a regir la prohibición de que cualquier idólatra que tocara el vino ya lo impurificaba para su consumo, porque podría haber planeado utilizarlo como idolatría y eso ya era suficiente para inutilizarlo para su consumo. Hoy en día, a pesar de que no es tan común la idolatría, la prohibición sigue en pie, por ello existe el "Iain Mevushal", vino hervido o pasteurizado, que no se impurifica al tacto de un idólatra, y que es el que comúnmente se emplea en los ritos judíos. Por ello todos los productos derivados de la uva requieren certificación rabínica.

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