“Y
es que en el mundo traidor nada es verdad ni mentira: todo es según el color
del cristal con que se mira“. (Ramón de Campoamor).
Obviamente
utensilio básico del catador, para presentar el vino que esta dispuesto a
examinar y analizar. Copa de un modelo especifico para la cata del vino, de boca
estrecha, un cuerpo o cáliz que se va ensanchando conforme desciende hacia el
tallo o fuste largo, para finalizar sobre la peana, pie o base de forma plana y
circular. Este modelo esta estandarizado según la norma ISO (3591:1977 Afnor).
No
obstante, existen copas de diferentes, formas, tamaños y materiales. En cuanto
al material el más indicado y apreciado para su fabricación es el cristal fino,
transparente e incoloro, cuanto más puro mejor, pues es inerte y permite
evaluar y apreciar mejor el color del vino. En el caso del catavinos
reglamentado según la norma ISO es abombado en la base del cáliz y se va cerrando
ligeramente conforme va ascendiendo hacia la boca con lo que permite concentrar
mejor los aromas del vino. Deben evitarse los de boca ancha y cristal grueso, así
como las talladas y serigrafiadas. El tallo permite coger la copa sin afectar
la temperatura de servicio del vino y cimbrarla y girarla, provocando una mayor
difusión y concentración de los elementos aromáticos. Es recomendable una vez
finalizada la cata lavar la copa solo con agua.
Debemos diferenciar entre la copa empleada por el profesional para el ejercicio de cata y las que empleamos para el servicio en mesa. En este ultimo caso es aconsejable que el bebedor se sienta cómodo con la copa en la mano que su manejo sea fácil y de un tacto agradable en el borde superior que es el que ponemos en contacto con los labios. La copa no debemos de llenarla por completo puesto que debemos facilitar que las sustancias volátiles permanezcan en el espacio que dejamos sin llenar para una mejor apreciación olfativa. Se aconseja una cantidad aproximada de 50 ml. Lo que nos permite realizar varias pruebas con la misma muestra.
Debemos diferenciar entre la copa empleada por el profesional para el ejercicio de cata y las que empleamos para el servicio en mesa. En este ultimo caso es aconsejable que el bebedor se sienta cómodo con la copa en la mano que su manejo sea fácil y de un tacto agradable en el borde superior que es el que ponemos en contacto con los labios. La copa no debemos de llenarla por completo puesto que debemos facilitar que las sustancias volátiles permanezcan en el espacio que dejamos sin llenar para una mejor apreciación olfativa. Se aconseja una cantidad aproximada de 50 ml. Lo que nos permite realizar varias pruebas con la misma muestra.
Para
los vinos espumosos conviene utilizar una copa más alargada y recta, de las que
llamamos tipo flauta que resulta muy indicada para observar como se va
desprendiendo el rosario de burbujas y su efervescencia. Ahora bien, como consecuencia
del perfil de la copa de flauta resulta complicado remover el liquido sin que
se derrame con lo que dificulta la fase olfativa. Por ello se va imponiendo una copa de flauta con
un cáliz algo más ancho que nos permita una mejor apreciación de los aromas.
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