Las cosas nunca son como a
primera vista las figuramos, y así ocurre que cuando empezamos a verlas de
cerca, cuando empezamos a trabajar sobre ellas, nos presentan tan raros y hasta
tan desconocidos aspectos, que de la primera idea no nos dejan a veces ni el
recuerdo. (Camilo Jose Cela).
La fase visual es el primer
contacto que tenemos con el vino dentro de la cata. La información que
obtenemos en esta fase nos permite intuir algunas de las características que
luego encontraremos en nariz y en boca. Es la primera información que
recibimos, su aspecto, su apariencia, el color, la textura, la transparencia,
la presencia de carbónico, la adherencia en las paredes de la copa. Son datos
que necesitamos conocer antes de pasar a las siguientes fases para que la cata
sea perfecta. Mientras que en el olfato y el gusto el mundo de los aromas
y sabores es muy personal, la vista suele darnos una información certera y
objetiva.
En definitiva, para catar un
vino y especialmente para la fase visual, hacen falta unas condiciones mínimas
de la sala. Nos referimos aquí a las que afectan a la vista exclusivamente. Una
de estas condiciones imprescindibles es que debe tener una iluminación
suficiente y si es posible natural. La luz artificial incrementaría las
tonalidades azuladas o las amarillas, dependiendo de que la fuente sea de luz
fría o caliente, variando la tonalidad de color del vino. Si no podemos
disponer de luz de día, debemos tener en cuenta ese factor. Es necesario como ya hemos dicho también disponer de un fondo blanco sobre el que poder inclinar la copa, para
poder apreciar la intensidad de color y su tonalidad.
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