PANDEMIA Y VINO. LAS VENTANAS DEL VINO.

“Lo peor de la peste no es que mata a los cuerpos, sino que desnuda a las almas y ese espectáculo suele ser horroroso”. (Albert Camus).

La peste negra o peste bubónica fue una de las epidemias más terribles de la historia y duró varios años en los que se llevó la vida de al menos más de un tercio de la población de Europa, aunque ignoramos la cantidad exacta de muertos que causó se estima próxima a los 200 millones y tuvo su mayor impacto a mediados del siglo XIV. En esa época, para evitar el contagio, se llevaron a cabo algunas medidas que hoy Italia revive para luchar contra el coronavirus. En el país europeo, uno de los más castigados por el COVID-19, y ante algunos inquietantes rebrotes del virus, vuelven las "ventanas de vino" buchette del vino, de la Toscana, una tradición durante la peste negra.


Son ventanas o aberturas de un tamaño pequeño realzadas en las paredes de las bodegas y tiendas urbanas de apenas unos centímetros de grosor, situadas a un metro de altura del suelo, donde los comerciantes de bebidas se las ingenian para continuar trabajando y servir vasos de vino y otras bebidas y al mismo tiempo intentar mantener una distancia segura para evitar el contagio. La ventana del vino o buchette del vino, cuya traducción literal es agujero del vino, se comenzaron a construir en las casas florentinas en el siglo XVII y ahora han vuelto a convertirse en un modo de venta a causa de la pandemia de coronavirus. A través de estas aberturas, los vendedores entregaban las botellas a los clientes, pero no recibían el pago directamente de sus manos, sino que disponían de una caja especial para aceptar las monedas, que luego desinfectaban con vinagre.

Solo en Florencia existían más de 150 de estas ventanas en la ciudad antigua, dentro de las murallas, aunque algunas de ellas se tapiaron y perdieron. De todos modos, la lista va creciendo con los nuevos descubrimientos, tanto en la ciudad como en toda la región de la Toscana. Pese a las tristes circunstancias en las que estas preciosas ventanas han saltado a los titulares -no perdamos de vista que estamos hablando de pandemias pasadas y presentes-, la verdad es que se acaban de convertir en un motivo más para volver a Florencia. Y pedir un vino, claro.


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