EL RANCIO QUE SE CONVIRTIÓ EN DORADO.

“Amigos, oros y vinos, cuanto más viejos, más finos.” (Refranero).

El Dorado merece una mención especial, por su historia. Desde hace mucho se consideraba como un vino de lujo, memoria del blanco generoso del Siglo de Oro, considerado el vino de la Corte en la época de los Reyes Católicos. El gusto del vino rancio es el atributo que le dio renombre, cuya culminación fue una Orden Real de 1911 en la que se declaraba al vino “Tierra de Medina” como un vino especial “similares a los de Jerez y Málaga”.


Es el vino histórico de Rueda, una reliquia que se remonta a las más antiguas tradiciones, que antaño se elaboraban en ésta comarca vitivinícola, que hoy en día constituye la actual Denominación de Origen Rueda y que afortunadamente aún se siguen elaborando por algunas bodegas de la zona. No hay que olvidar que los vinos más afamados de Rueda eran "Los Dorados"; un vino de licor, seco, obtenido por crianza oxidativa, con una graduación mínima adquirida de 15°, a partir de variedades autorizadas Palomino Fino y Verdejo. Debiendo permanecer el vino en envase de roble durante, al menos, los dos últimos años antes de su comercialización.

Las uvas son sobremaduradas y una vez vendimiada la uva, se despalilla, se estruja y se realiza una maceración en frío durante unas horas, así se favorece la mayor extracción de aromas y estructura. Luego se realiza un desfangado estático durante 24 horas. Fermentación lenta en depósitos con control de temperatura. Una vez finalizada, se trasiega y se reposa con sus lías finas.


Una vez obtenido este vino base Rueda Verdejo, se realiza una crianza biológica en depósitos durante un tiempo variable y posteriormente se encabeza. Una vez añadido el alcohol vínico se coloca el vino en recipientes de cristal de una capacidad aproximada de 16 litros, llamados damajuanas, que se colocan a la intemperie durante más de un año, aguantando el sol y los cambios de temperatura, lo que produce que el vino vaya tomando ese color dorado y aromas característicos de almendras y una nariz muy punzante. Después de esta primera crianza se realiza una segunda crianza, mediante el método de soleras y criaderas, en barricas, de roble americano, que le aportan aromas avainillados que lo afinan produciendo un vino épico, de características únicas. 


El vino Dorado; presenta un extraordinario color dorado oscuro brillante, con reflejos de oro antiguo. En nariz, muestra un intenso aroma con toques de frutos secos y notas golosas y mezcla con flores blancas. y bollería fina. En boca sorprende su buena acidez que equilibra las sensaciones golosas, glicérico, amargoso, notas de vainilla y pasa y muy largo, de gran persistencia y postgusto, evoca a los vinos de Jerez.



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