“En
tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el
presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto”. (Séneca).
Hugo
Betancor, un fotógrafo de prensa viudo y en horas bajas, llega al pueblo
vitivinícola de San Vicente de la Sonsierra para reclamar la herencia de Raúl,
su hijo de once años aquejado por una enfermedad rara. Desde que ambos ponen un
pie en Finca Las Brumas, la bodega de los abuelos del niño, todo empieza a
torcerse de forma descontrolada.Veinte años atrás, un hermano pequeño de la
madre de Raúl, estremecedoramente idéntico a él, desapareció sin dejar rastro
durante una tormenta. Un suceso que marcó la vida de todo el pueblo, cuyos habitantes
no han sido capaces de liberarse del peso de la culpa, ¿del ahogo de la
sospecha? y del temor a que aquella desgracia vuelva a repetirse. A merced de
un dios salvaje es un thriller psicológico que se desarrolla en el corazón de
La Rioja, una carrera contrarreloj a través de viñas idílicas y tradiciones
milenarias.
Fácilmente
se adivina que hay más de un secreto desde el principio el lector es partícipe
de esa sensación de que hay algo que los personajes esconden, tanto al lector
como entre ellos. Esta sensación se ve favorecida por el uso de un narrador
protagonista que con la voz de Hugo nos transmite su incomodidad y recelos, así
como su preocupación e inquietud por su hijo que padece el síndrome de Dravet,
una enfermedad rara que el autor nos muestra de forma clara en su gravedad,
pero sin caer en dramatismos.
Alternando
presente y pasado, la novela va y viene entre la época actual y los sucesos
acaecidos veinte años atrás. Saltos temporales que se suceden sin confusión
alguna ya que en el encabezamiento de cada capítulo sabremos si hemos vuelto al
pasado o no, y que ayudan a que el ritmo de la novela esté en continuo
crecimiento. Si a eso sumamos que el equilibrio entre narración y diálogo es el
adecuado y que en todos los capítulos sucede algo relevante, tenemos una novela
que se lee apenas sin darte cuenta con una trama que no da un respiro desde sus
inicios.
De
la mano de Andrés Pascual vamos a recorrer no solo el paisaje de la Rioja Alta,
sino también su historia y cultura, y los usos y costumbres del lugar. Se
aprecia así, además del conocimiento propio que el autor tenga sobre su tierra
natal, la que sin duda ha sido una ardua labor de documentación que, en
contadas ocasiones, queda expuesta de forma integrada en la narración.
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