"El hombre que comenzó siendo un bribón nunca será un hombre de bien: del vino se hace con facilidad vinagre, pero jamás del vinagre vino". (Fiedrich Rückert).
Plinio el Viejo narra en el capítulo 58 de su Historia Natural, que existían en la antigüedad dos maravillosas perlas, las mayores y de más valor que se habían visto nunca en todo el mundo, y Cleopatra era la dueña de ambas.
Cleopatra, llena de vanidad y arrogancia, se apostó con
Marco Antonio que podía gastarse en un solo banquete 10 millones de sextercios,
hecho que a Marco Antonio le pareció absolutamente imposible, por lo que aceptó
la apuesta. Consultadas algunas referencias para calcular el coste del banquete
equivalente en euros, ascendería en la
actualidad a unos 13,3 millones de euros .
Para sorpresa de Marco
Antonio, Cleopatra le replicó que lo servido hasta el momento sólo era un
insignificante “aperitivo” de lo que sería el verdadero banquete, y que ella
sola consumiría todo el valor de lo habían apostado. En ese momento llevaba
puestos unos pendientes con aquellas valiosas y selectas perlas que Plinio
había descrito y cuyo valor ascendía a 10 millones de sestercios. Introdujo una
de ellas en un vaso de vinagre de vino. Y la perla se acabó por disolverse (la
naturaleza ácida del vinagre disuelve el nácar, compuesto principalmente de
carbonato de calcio cristalizado). Cleopatra se bebió el vaso de vino más caro
de la Historia ante los atónitos ojos de Marco Antonio, ganando así la apuesta.
Finaliza Plinio contándonos que la perla del otro pendiente de Cleopatra fue
cortada en dos, y las mitades fueron colocadas en las orejas de la estatua de
Venus en Roma.
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