CARMINA BURANA CANTA AL VINO, EL AMOR Y LA VIDA PAGANA.

¿Qué le importa la condena eterna a quien ha encontrado por un segundo lo infinito del goce? (Charles Baudelaire).

Considerada como una de las obras más populares del siglo XX, Carmina Burana es una brillante y popular cantata escénica compuesta por el compositor alemán Carl Orff y estrenada en Frankfurt el 8 de junio de 1937. El oratorio está inspirado en manuscritos profanos medievales escritos por curas Goliardos en el siglo XIII. Su argumento, que trata del vino y el amor, presenta una concepción marcadamente pagana de la vida. Esta obra combina la poesía profana con una música intensa y deliberadamente sencilla, estructurada con ritmos enérgicos, vibrantes y ricas sonoridades.


¿Pero quienes eran lo Goliardos? En los siglos XII y XIII era frecuente encontrar por los caminos de Europa a los llamados escolásticos errantes. Algunos eran monjes escapados de sus conventos, otros amanuenses sin trabajo. Obligados a guarecerse en las tabernas a lo largo de su ruta, encontraban allí algunas lecciones extracurriculares.

Fascinados en esa vida libre, libertina e incierta, no pocos olvidaron su misión, no volvieron jamás a su lugar de origen ni llegaron tampoco a su meta primitiva. Para ganarse el pan de cada día y el vino de cada noche, componían poemas dedicados, a cambio de una remuneración adecuada, al señor feudal del castillo más próximo o al obispo de la catedral más cercana. Organizados en una singular liga, Orden de los Vagabundos, tenían por Santo Patrono al mítico San Gólias que, más que pertenecer al Santoral, parecía ser fruto de la imaginación de un Rabelais. Diversos Concilios amonestaron a estos Goliardos por sus sacrílegas canciones. Pero como éstas fueron compuestas en latín, traspasaban las fronteras. Sólo cuando la Iglesia logró imponerse y condenarlas, poco a poco dejaron de escucharse y fueron olvidadas.

No obstante, en un monasterio bávaro al pie de los Alpes, monjes benedectinos del Convento Beuren guardaron en sus bóvedas una recopilación de estos cantos, donde esos manuscritos estuvieron hasta 1847 hasta que el investigador J. A. Schmeller decidió publicar esta recopilación de poemas medievales desconocidos. La llamó Cantos de Beuren, el nombre del Convento Benedictino donde los había hallado- y, de acuerdo con el texto latino de los poemas se les dio el título también en esa lengua, naciendo así Carmina Burana. Pero para que esta obra alcanzara todo el esplendor que se podía extraer de ella debieron pasar otros noventa años más, hasta que Carl Orff la convirtiera en la su popular Cantata Escénica: Carmina Burana que, desde su estreno, se ha paseado triunfalmente por todos lo escenarios del mundo.



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