LA CATA. CONDICIONES AMBIENTALES.

“Dado que tengo ojos, tengo necesidad de ver; dado que tengo oídos, tengo necesidad de oír; dado que tengo una mente, tengo la necesidad de pensar; y dado que tengo corazón, tengo la necesidad de sentir".  (Erich Fromm).

La práctica correcta del análisis sensorial requiere que se realice en unas condiciones ambientales muy precisas y prácticamente invariables con objeto de reducir estímulos externos al catador.


Otra cuestión determinante es la temperatura del vino a catar. Este factor puede influir en la apreciación de los diferentes estímulos (acidez, alcohol, tanicidad etc..) que vamos recibiendo y como se integran en el conjunto total del perfil del vino. Del mismo modo la temperatura ambiental del recinto donde realizamos la cata debe ser la adecuada, entorno a los 20º. Debe de imperar un razonable silencio que permita la concentración del catador. La iluminación también es un factor importante, debiendo ser natural si es posible y si es artificial deberá ser uniforme y repartida.


El color de sala de cata también influye en la percepción que recibe el catador de los estímulos sensoriales, pudiendo influir sobre las conclusiones de la cata. Los colores del recinto de cata no deben ser llamativos ni brillantes y deben de tender a tonos neutros y claros, preferiblemente blanco. Estos últimos tonos aportan también un ambiente relajado y tranquilo.

La cata ideal es la ciega. El catador no debe de estar influido ni por la botella, ni la etiqueta, ni del entorno. El ejercicio debe ser una practica donde el catador se abstrae y concentra en si mismo y en las sensaciones que va recibiendo para traducirlas a una información útil y entendible. La verdadera cata técnica es un ejercicio individual.

 

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