BRANDY DE JEREZ SUS CATEGORIAS.

“Alguien me dijo un día: No bebas más . Cuando bebo - repuse - comprendo lo que dicen la rosa, la amapola y el jazmín, y aun comprendo lo que decir no saben los libros ni mi amada”. (Omar Khayyam).

El brandy es una categoría de bebida espirituosa elaborada exclusivamente con aguardientes y destilados de vino, envejecida en barricas de madera y con una graduación alcohólica entre 36 y 45 grados. Su principal diferencia con las demás bebidas espirituosas (whisky, ron, gin, vodka, etc.) –cuya materia prima procede mayoritariamente de cebada, caña de azúcar, melazas de remolacha, patata, etc.-, se encuentra en el hecho de que el brandy se obtiene exclusivamente de la destilación de vino. Por ello se le denomina también “espíritu de vino”. Es precisamente la nobleza de su materia prima la que constituye el factor diferencial más importante de esta bebida espirituosa que muchos expertos califican como la más noble de todas ellas.


El Brandy de Jerez se diferencia de otros brandies por tener unas características organolépticas propias y singulares que son el resultado de su tradicional sistema de elaboración de criaderas y soleras, de las vasijas de madera envinadas con Vino de Jerez en las que envejece y, también, de las singulares condiciones climáticas de la zona geográfica donde se elabora. En las bodegas del Marco, el Brandy de Jerez se envejece en barricas de roble americano de 500 l. de capacidad que previamente han debido ser envinadas con alguno de los tipos tradicionales de Vino de Jerez: son las famosas “botas” jerezanas. Estas botas constituyen uno de los elementos clave para la calidad y la personalidad del Brandy de Jerez, especialmente por el hecho de que han contenido Finos, Manzanillas, Olorosos, Amontillados, Pedro Ximénez, etc. El tipo de envinado elegido va a marcar diferencias entre los distintos brandies. Así las botas de Fino permiten la obtención de brandies más pálidos que los procedentes de botas que hayan contenido Amontillados u Olorosos. Aquellos brandies resultantes del envejecimiento en botas que hubieran contenido Pedro Ximénez serán los más dulces y oscuros.


En la elaboración del Brandy de Jerez el tiempo también constituye un factor fundamental. Sólo el lento paso de los años permite a los aguardientes ir adquiriendo sus características genuinas: riqueza, suavidad y finura. En función del tiempo de envejecimiento se distinguen los siguientes tipos de Brandy de Jerez:

Brandy de Jerez Solera: Con un envejecimiento de entre seis meses y un año y un contenido de componentes volátiles superior a 150 gramos por cada hectolitro de alcohol puro, es el más joven y afrutado. Color más claro, más amarillo, ámbar, con un aroma en el que aún asoman ciertos rasgos del destilado mezclado con ligeras notas salinas si ha envejecido en botas de fino o bien con toques de vainilla y caramelo tostado si ha reposado en botas de oloroso. A la boca es más seco, posiblemente se noten los taninos todavía algo punzantes de la madera y parecerá menos corpóreo que los brandies más viejos. Será un producto complejo pero ligero a la vez, debido a su juventud.

Brandy de Jerez Solera Reserva: Cuenta con un envejecimiento de entre uno y tres años y un contenido total de componentes volátiles de 200 gramos por cada hectolitro de alcohol puro.  La mayor edad del brandy se corresponderá con tonos más oscuros y menos luminosos que los Solera. Al olfato se percibirán los primeros indicios de los aromas cetónicos fruto de una mayor vejez; aromas más dulcificados, con recuerdos al café torrefactado. Al paladar será algo más carnoso y dulcificado, la sensación alcohólica será algo menor por estar más integrados todos sus componentes.


Brandy de Jerez Solera Gran Reserva: Por normativa cuenta con un envejecimiento mínimo de tres años, aunque la mayoría de los Solera Gran Reserva tienen una crianza media de diez años. El contenido total de componentes volátiles de este tipo de Brandy es de 250 gramos por cada hectolitro de alcohol puro, aunque lo normal es que se excedan sobradamente estos valores. Por sus tonos caoba y yodados se adivina su mayor vejez y también una mayor concentración en sus componentes. En el aroma se divisa aún más esta concentración que dará rasgos de enorme complejidad. Si la Solera ha acogido anteriormente Pedro Ximenez la sensación dulce será mayor (recuerdos de algarroba, horno de pastelería y chocolate). Si las botas son viejas, aunque todavía en buena salud aparecerán ciertas notas como a mueble viejo, barniz de rancia nobleza. A la boca será untuoso, suave con el amargo de los taninos del roble mezclado con la dulcedumbre de la vejez oxidativa, bien sea en botas de fino, oloroso -lo más probable- o aún más en las de Pedro Ximenez.



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