NO ES LO MISMO CONCHINCHINA QUE COCHINCHINA.

“No hay suficiente oscuridad en todo el mundo para apagar la luz de una pequeña vela”. (Robert Alden).


Algunos dirán que sí, otros que no, pero seguro que muchos conocen la expresión “irse a la Cochinchina” para referimos a alguien que se va a un lugar remoto y lejano. Lo cierto es que como con tantas otras expresiones su origen lo encontramos en un hecho histórico y sí, existe ese lugar. Corresponde a una región al sur del actual Vietnam, es por eso por lo que aquí cuando mandamos a alguien a la Cochinchina lo que le queremos decir es que se valla lejos aludiendo a un matiz despectivo de hartazgo de su persona. ¡Déjame en paz y vete a la Cochinchina!

Pues bien, aquí en Andalucía con esa particular visión que tenemos del lenguaje le añadimos una “n” y paso a ser “conchinchina” y estableciendo una analogía con la lejanía del lugar geográfico pasamos a designar un singular artilugio ya en desuso de las bodegas de generosos fundamentalmente del Marco de Jerez.


La conchinchina es una pequeña casetilla, con un tejado a dos aguas y una obertura en lugar de puerta con una vela dentro. Se usaba para ver la pureza y claridad del vino. El capataz miraba al trasluz el estado, la limpidez del vino que tenía la intención de examinar. Dentro de la bodega, escogía para su inspección vinícola una zona propicia de sombra, hacia cuyo final un tenue rayo de luz venía a quebrarse melancólicamente en el cristal translúcido de la copa. Normalmente la conchinchina se ubicaba en el sitio más oscuro, profundo y lejano a las naves de crianza de la bodega de ahí su nombre haciendo referencia a su lejanía.

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