“Más moscas se cazan con una gota de miel que
con un barril de vinagre”. (Juan Bosco).
¿Quién no ha oído hablar alguna vez de la
Sambuca con mosca?
Uno de los ritos más famoso y apreciado de
todos los tiempos nació en los bares de la Dolce Vita romana. El contraste
inesperado entre el dulce sabor de la Sambuca y el amargor de un grano de café
tostado ha hecho del Sambuca con mosca una experiencia única y refinada de los
bares de todo el mundo.
Esta forma de servirla, que combina el sabor
dulce y suave del licor y el amargo y seco del grano de café tostado, es un
intento por conciliar dos mundos aparentemente enfrentados, pero que en
realidad están hechos el uno para el otro. El café amargo «corretto»
(corregido) con un poco de Sambuca es prueba de ello, tanto es así que primero
se convirtió en una moda y luego en una verdadera tradición. Sobre el origen de
la Sambuca con mosca, por su parte, circulan muchas conjeturas y anécdotas. Una
de las más divertidas y que cuenta con espléndidas referencias pertenece a la
película «La dolce vita», de Federico Fellini. Parece que durante la
realización de esta obra maestra del cine italiano, Marcello Mastroianni, Anita
Ekberg, Walter Chiari y otros actores se encontraban en los momentos de pausa
en una cafetería de la via Veneto, en Roma.
Un día, uno de ellos dejó caer en broma un
grano de café en un vaso de Sambuca y luego empezó a gritar: ¡Hay una mosca!
Eran años muy animados, en los que la alegría
de vivir y el deseo de divertirse estaban en su apogeo. Por lo que resulta
precioso pensar que realmente surgiera así, bajo el impulso creativo e
irresistible de un periodo único en la historia italiana.
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