EL MODERNISMO EN LAS BODEGAS DE CATALUÑA.

"El arquitecto del futuro se basará en la imitación de la naturaleza, porque es la forma más racional, duradera y económica de todos los métodos". (Antoní Gaudi).

El Modernismo Catalán marcó un hito en la arquitectura y el arte en Cataluña entre finales del siglo XIX y principios del XX, dejando una huella profunda en la región. Este movimiento se caracterizó por su rica ornamentación, el uso de formas orgánicas inspiradas en la naturaleza, como líneas curvas, motivos florales y figuras animales, así como la innovación en el uso de materiales como cerámica, hierro forjado y vidrieras. Tales elementos dieron lugar a edificaciones que combinaban funcionalidad con un elevado sentido artístico. Figuras icónicas como Antoni Gaudí, Lluís Domènech i Montaner y Josep Puig i Cadafalch lideraron este renacimiento cultural, plasmando en sus obras la esencia de una identidad catalana revitalizada.


Friso modernista en cerámicos que describen la actividad vinícola.

Desde el extremo sur de Barcelona hasta el de Tarragona, las comarcas de Terra Alta, Alt Camp, Conca de Barberà y Priorat se destacan por albergar una de las mayores concentraciones de bodegas modernistas en toda Cataluña. Estas edificaciones, consideradas auténticas joyas arquitectónicas, suelen incorporar agrotiendas y enotecas, espacios donde es posible adquirir no solo sus afamados vinos, sino también otros productos locales de alta calidad.

El desafío de erradicar la filoxera en 1879 fomentó el asociacionismo en Cataluña, dando lugar a la formación de cooperativas y sindicatos agrícolas a finales del siglo XIX. Estas organizaciones impulsaron la creación de 'nuevos' cellers, o bodegas, diseñados siguiendo la corriente estilística predominante de la época: el modernismo. En la actualidad, dichas construcciones son reconocidas como ejemplos pioneros del patrimonio vinícola e industrial. Proyectos emblemáticos de este tipo fueron concebidos por renombrados arquitectos del modernismo.

Codorniu.

Ubicada en la comarca del Alt Penedès, al sur de la provincia de Barcelona, Sant Sadurní d'Anoia alberga la emblemática bodega modernista de Codorniu, construida entre 1902 y 1915, con posteriores intervenciones realizadas por Lluís Bonet i Garí entre 1930 y 1980. Reconocida como Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional, la visita a estas cavas se ha convertido en una tradición consolidada en Cataluña.  


Cavas Codorniu.

En las profundidades subterráneas, donde antaño se almacenaba el mosto durante su fermentación, hoy se encuentran las auténticas cavas Codorniu. El complejo incluye el Museo de las Cavas Codorniu, que ofrece un recorrido que comienza en una sala de exposiciones y continúa por la Bodega Grande, el Porche de las Prensas y la casa señorial del Mas Codorniu, mencionada como explotación agrícola desde 1551 en antiguos documentos.  


Museo de Cavas Codorniu.

La arquitectura modernista del edificio se caracteriza por el uso de técnicas innovadoras para la época, como los arcos parabólicos que cubren las naves, bóvedas de ladrillo plano, decoraciones en trencadís —la cerámica característica del modernismo— y vidrieras plomadas. Estas últimas adornan la fachada principal, coronada por elegantes pináculos ornamentales.


Cavas Codorniu.

Sant Cugat del Vallès.  

En el año 1921, un grupo compuesto por aproximadamente medio centenar de viticultores de esta localidad barcelonesa estableció el Sindicato Vitivinícola y Caja Rural de Sant Medir, con la finalidad de optimizar la producción vinícola mediante la elaboración conjunta. Para materializar su propósito, impulsaron la construcción de una bodega, cuya realización encomendaron al renombrado arquitecto agrario Cèsar Martinell. Este profesional se caracterizaba por integrar en sus obras la imaginativa estética del modernismo, la lógica estructural del novecentismo y los avances técnicos contemporáneos. La actividad de la bodega se mantuvo hasta el año 1988. Actualmente, tras un proceso de rehabilitación y adecuación museística, el recinto se erige como un destacado ejemplo del patrimonio modernista en Cataluña. Su recorrido permite apreciar diversas piezas de maquinaria conservadas, tales como prensas, vagones, básculas y lagares, además del sistema original de transmisión de energía basado en embarrados y poleas, que fue restaurado y conserva su funcionalidad operativa.


Celler modernista Sant Cugat del Valles

Cooperativa de Barberà de la Conca. 
 
Conca de Barberà, destaca por albergar la primera bodega cooperativa de Cataluña, fundada en 1894 bajo el nombre de Societat Agrícola de Barberà de la Conca. Esta iniciativa pionera condujo, años más tarde, a la construcción del emblemático edificio modernista, conocido como una de las "catedrales del vino". Diseñado por el arquitecto Cèsar Martinell y edificado entre 1920 y 1921, el proyecto incorporó innovadoras soluciones arquitectónicas, entre las que destacan las naves cubiertas con arcos parabólicos realizados en ladrillo. 

La estética y textura de las fachadas son representativas del estilo modernista, mediante el uso de una combinación de materiales como piedra, revoque, ladrillo visto y decoraciones características de trencadís modernista, una técnica que emplea fragmentos cerámicos ensamblados con argamasa. Un elemento adicional de relevancia es el depósito de agua, construido en 1929, cuya forma evoca el campanario barroco de la iglesia local, convirtiéndolo en un símbolo significativo para la población.


Cooperativa de Barberà de la Conca.

Celler de l'Espluga de Francolí.

La bodega de L'Espluga de Francolí, ubicada en la comarca de la Conca de Barberà, destaca por ser la tercera construcción modernista de este tipo en Cataluña, además de constituir uno de los primeros ejemplos de una bodega diseñada a medida por un arquitecto de renombre. En este caso, el responsable fue Lluís Domènech i Montaner, quien colaboró en la ejecución del proyecto junto a su hijo, Pere Domènech i Roura. El proyecto dio inicio en 1913, marcando el comienzo de las denominadas "celler de rics" (bodegas para los acaudalados). La construcción original constaba de dos naves, a las que se añadió una tercera en 1957.

La fachada presenta un diseño singular con tres arcos ojivales fabricados en ladrillo visto, dentro de los cuales se integran puertas y ventanas adornadas con vidrieras de colores y separadas por pilastras también de ladrillo. En el interior, se despliega una compleja estructura arquitectónica basada en arcos y columnas. Las naves, con unas dimensiones de 44 por 12 metros, contaban inicialmente con cuarenta depósitos de hormigón armado capaces de almacenar 340 hectolitros cada uno, además de lagares subterráneos para la elaboración del vino.

La bodega también incluía un laboratorio destinado al control del proceso productivo y una torre circular que funcionaba como depósito de agua, coronada por un techo cónico decorado con trencadís modernista, característico del movimiento. En la actualidad, este recinto histórico se ha adaptado para albergar un Museo del Vino, preservando así su valor artístico y patrimonial.


Celler de l'Espluga de Francolí.

Sociedad Agrícola de Rocafort de Queralt.
  
Esta emblemática bodega de Rocafort de Queralt representa la primera obra agroindustrial diseñada por el arquitecto César Martinell i Brunet (1888-1973), originario de Valls, quien desarrolló su trabajo entre los estilos modernista y novecentista, característicos de principios del siglo XX. Construida en 1918, el edificio está catalogado como Bien de Interés Cultural. El aspecto actual del celler es resultado de tres intervenciones realizadas hasta 1947, siendo la más significativa la incorporación pionera del arco parabólico de Gaudí como elemento estructural central del edificio. Su imponente fachada triple destaca, con tres naves rectangulares paralelas cubiertas por tejados de teja. Además, presenta una rica ornamentación basada en texturas y detalles cerámicos. En su interior, los arcos parabólicos se despliegan como una intrincada selva arquitectónica.


Sociedad Agrícola de Rocafort de Queralt.

Cooperativa de Viticultores de Montblanc.

Constituye un hito significativo en la historia agrícola e industrial de la región. En el año 1919, los agricultores locales se agruparon bajo el Sindicato de Viticultores, siguiendo la tendencia observada en las localidades circundantes, lo que propició el inicio de la construcción de una emblemática bodega cooperativa. Situada en la capital comarcal de la Conca de Barberà, esta edificación representa un destacado ejemplo de la arquitectura industrial modernista catalana, caracterizada por su visión funcional y estética.

La bodega, ubicada fuera del núcleo urbano de Montblanc, está estratégicamente orientada hacia la antigua vía férrea, lo que facilitaba la logística y el transporte de mercancías en épocas pasadas. Diseñada por el renombrado arquitecto Cèsar Martinell, el conjunto arquitectónico se distingue por una imponente torre que sobresale en el paisaje y que alberga un depósito de agua, elemento esencial para las operaciones de la bodega.

Con el transcurso del tiempo, este complejo recibió importantes ampliaciones para atender las crecientes necesidades de la comunidad vitivinícola. En 1945 se erigió un edificio adicional junto a la fachada principal, respetando las características arquitectónicas del diseño original; posteriormente, en 1956, se incorporó una nueva estructura destinada a albergar un molino de aceite, evidenciando así la diversificación productiva y funcional de la cooperativa.


Cooperativa de Viticultores de Montblanc.

Cooperativa de Gandesa.

Fundada en 1919, es una destacada bodega modernista y la segunda en relevancia dentro de la comarca de la Terra Alta, cuya capital es Gandesa. Este edificio, de estilo novecentista, resalta no solo por su imponente fachada ornamentada con cerámicas, sino también por el ingenioso diseño interior de arcadas parabólicas e hiperbólicas que estructuran sus naves. Finalizada en 1920, es reconocida como una de las principales "catedrales del vino" y cuenta con la distinción de Bien de Interés Nacional. Además, en 2007 fue seleccionada por la Generalitat de Cataluña como una de las Siete Maravillas de Cataluña. El complejo arquitectónico incluye un cuerpo central compuesto por varios edificios organizados en naves con tinas, cubiertas por arcos parabólicos y con arcos dispuestos perpendicularmente respecto a la entrada principal. Estas estructuras presentan techos a diferentes niveles que permiten aprovechar al máximo la entrada de luz natural, optimizando también las dimensiones de las bóvedas superiores.


Cooperativa de Gandesa.

Vinicola de Nulles.

La bodega de Nulles, conocida como la "catedral del vino" y ubicada en la comarca del Alt Camp, es un emblemático edificio diseñado en 1917 por el arquitecto César Martinell. Este espacio es una destacada muestra del modernismo agrario de principios del siglo XX y ha sido declarado Bien Cultural de Interés Nacional. La creación de esta bodega fue fruto de la unión de los viticultores de la región, quienes, tras siglos trabajando de manera independiente, decidieron colaborar para fortalecer la producción vitivinícola local. Nulles, un apacible pueblo rural integrado en la Ruta del Cister, se caracteriza por su pausado ritmo de vida y por los extensos viñedos que lo rodean, delimitados por tradicionales márgenes de piedra seca.


Vinicola de Nulles.

Cooperativa del Pinell de Brai.

Se encuentra en la pintoresca localidad de Pinell de Brai, en la comarca de la Terra Alta. Este edificio modernista, construido en 1918, destaca como una verdadera obra de arte arquitectónica. Su fachada está decorada con un encantador friso de cerámica creado por el pintor y ceramista Xavier Nogués i Casas, que captura escenas del mundo vitivinícola, como vendimias y bodegas. Este conjunto arquitectónico no solo alberga la sede de la cooperativa agrícola local, sino que también constituye un emblema cultural y patrimonial.

Conocida como una de las joyas más preciadas entre las bodegas cooperativas catalanas, esta "catedral del vino" fue diseñada por el arquitecto Cèsar Martinell. El edificio presenta tres naves frontales adyacentes y dos adicionales dispuestas transversalmente en su parte posterior, a distinto nivel. La nave izquierda, de dos plantas y techada con madera, estaba destinada originalmente para el molino de aceite, mientras que las naves central y derecha servían como salas de tinas. 

El diseño interior pone en evidencia el uso de arcos de estructura parabólica que sostienen la cubierta, generando un gran espacio diáfano que impresiona por su magnitud y funcionalidad. Este lugar combina magistralmente la tradición agrícola de la región con un legado arquitectónico que perdura como testimonio cultural e histórico.


Cooperativa del Pinell de Brai.

Cooperativa de Falset.

En 1917, en la capital de la comarca del Priorat, se fundó la Cooperativa Agrícola de Falset-Marçà, una de las bodegas modernistas más emblemáticas de Cataluña. Este espacio destaca por conservar aún algunas de las originales tinas de madera empleadas en la elaboración de sus primeros vinos, reflejo de su rica herencia enológica. El edificio, un ejemplo magnífico del modernismo tardío, fue concluido en 1919 bajo la dirección del arquitecto César Martinell, estrecho colaborador y discípulo de Antonio Gaudí. La construcción sobresale por una imponente fachada de marcada inspiración medieval, que da acceso a un interior estructurado con elegantes arcos parabólicos. Esta joya arquitectónica forma parte destacada de la emblemática Ruta de las Catedrales del Vino.


Cooperativa de Falset.

Vinícola de Sarral.

La bodega de Sarral, ubicada en la comarca de la Conca de Barberà, tiene sus raíces históricas en el año 1914, coincidiendo con la fundación del sindicato agrícola local. El edificio original que alberga esta cooperativa fue diseñado por el arquitecto Pere Domènech i Roure, enmarcándose dentro del estilo modernista catalán. Esta estructura, que permanece operativa, ha sido restaurada y constituye un notable ejemplo de las llamadas "catedrales del vino". Su nave principal integra más de cincuenta lagares cuyo interior está revestido con baldosas de cerámica roja, consolidando así un espacio destinado a la producción vitivinícola. Durante la época de vendimia, las instalaciones trabajan ininterrumpidamente con cuatro tolvas para la recepción de uvas y cuatro prensas neumáticas. La bodega agrupa una red de cooperativistas que gestionan aproximadamente 900 hectáreas de viñedos, contribuyendo con su esfuerzo colectivo al desarrollo y preservación de la tradición vinícola de la región.


Vinícola de Sarral.

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